miércoles, 27 de enero de 2016

Día de niebla en Madrid

Ayer durante todo el día en Madrid hubo una niebla que disolvía los edificios. La mirada estaba en un atardecer permanente, y las personas caminaban con los hombros levantados, como si quisieran evitar que entrara el aire por el cuello. La ancha acera de la Avenida Monforte de Lemos, flanqueada por los árboles desnudos, era una imagen más parecida a un recuerdo que a la realidad. Tanta gente mayor, tantos viejos, tantos que salen a la calle a caminar despacio, pero con insistencia. Por un momento he pensado que sólo a ellos les ha afectado el tiempo, desde que a mediados de los ochenta conocí el Barrio del Pilar. Pero luego me he mirado a mí en la luna de un escaparate.  

martes, 26 de enero de 2016

Madrid 2016

Cada vez que llego al aeropuerto de Barajas tengo la sensación de que hay algo que no encaja en mi memoria, como si hubiesen cambiado la decoración o el orden de los pasillos respecto de mi viaje anterior. Cuando llego al andén del metro me siento otra vez seguro, rodeado de viajeros que van al centro con sus maletas y sus libros, y esa curiosidad que a uno le inunda de pronto al cambiar de ciudad. Hago el transbordo en la estación de Colombia, y es como si caminara por un lugar que reconozco enseguida, con sus letreros luminosos, su pavimento resistente a los golpes de las maletas y al paso rápido de los usuarios del metro. La línea 9 es siempre la más familiar, porque me lleva al Barrio del Pilar, que es una ciudad dentro de la ciudad, el sitio en donde se combinan los recuerdos y la realidad cambiante. Dejo la maleta en casa y voy al quiosco a comprar el periódico. Tantos años después, el vendedor de periódicos me reconoce aún y me alarga el brazo con la misma sonrisa cómplice de toda la vida. Su cara y la mía son mutuamente reconocibles, y atisbamos con la misma lucidez las huellas del tiempo en un gesto, en un movimiento rápido, en unas frases sobre la actualidad. Abro el periódico con la intención de tomar la gragea diaria de lucidez mordaz de El Roto. La de hoy es implacable, como la de otros días: Todas las redes sociales pertenecen a alguna flota pesquera. El vendedor de castañas de la esquina, la frutería de los Hermanos Lave, los edificios de Altamira y de la Ciudad de los Periodistas: se tiene la falsa impresión de todo sigue igual. Los mismos viejos que se sientan en La Vaguada a ver cómo pasa la mañana rodeados de escaparates, de gente que va y viene, de luces que anuncian todo tipo de objetos de consumo: es como si se regeneraran, llegados a media edad de los pueblos de toda España para ganarse el pan en la capital, y que luego, de viejos, se sientan a contemplar el mundo. Me entero enseguida de lo último: la cafetería Manila va a cerrar porque les triplican el alquiler. Qué tristeza, la terraza en la que he tomado tantos cafés, el lugar de encuentro con los amigos, la tibieza del sol de invierno. Por qué todo se tiene que acabar, impunemente.   

sábado, 23 de enero de 2016

Boya

En mi ciudad hay pescadores que parecen contemplar las olas con melancolía. Durante mi infancia, mi padre me hablaba de los pescadores como si fuesen personas solitarias que proyectaban su paciencia en este acto curioso de sentarse en una roca, con sus aparejos colocados con mucho cuidado en una cesta de mimbre. En 'Boya' Raymond Carver cuenta su experiencia de acompañante de tres adultos, entre ellos su padre, durante un día de pesca en el río Columbia, cerca de Vantage. Uno de los amigos de su padre 'me decía que un día me convertiría en un buen hombre, que recordara todo aquello y que fuera de pesca con mi propio hijo'. Quien le decía esto era Mr.Lindgren, que no bebía, y que 'me gustaba más que mi padre', porque 'me dejaba manejar su coche, y me tomaba el pelo con el apodo de junior'.  Siempre hay esa punta de misterio en los poemas de Todos nosotros, siempre hay ese fogonazo de introspección hiriente, aquello que nos atosiga muchos años después, como ese reproche al padre, en 'Mr.Lindgren no bebía'. Lo que el poema transmite tiene que ver, aunque no solamente transmita eso, con el hecho de que la personalidad quizás dependa de estas experiencias compartidas entre padres e hijos. Es decir, la experiencia de los ratos de ocio nos define en buena parte, porque es lo que se hace con lo espiritual de la persona, si es que este término se puede utilizar aún para referirse a lo que hacemos. 

Boya
Todos nosotros
Raymond Carver 

"La gran apuesta"


Pueden reproducirse en cualquier momento: el desorden, la indiferencia, la informe vanidad, la disposición a moverse

sin motivo alguno, las subidas y bajadas de la bolsa, las jugarretas de esos listos de Wall Street, que saben

tanto de tan poco: se puede repetir cualquier suceso, con ligeras variaciones, y alguien se pondrá contento

por el dinero ganado a costa de los pobres, o de la pobre clase media, o de los que creen tener y están saturados

de tanto absorber medias verdades, la perversidad del lenguaje que se corrompe por los motivos sabidos

desde hace tiempo: ya no es la duda, patrimonio de buscadores, sino el mísero deseo de todo lo existente,

que parece inagotable, a costa de la exigua realidad que se acerca a cada uno de nosotros con indolencia

irremediable, con esa justificación que a fuerza de repetirse se ha convertido en un filón injustificable

que sólo sirve para que sintamos vergüenza ajena, esa vergüenza súbita que nos retrotrae a los orígenes

de la imbecilidad humana, tanto tiempo entre paréntesis de niebla y de pronto estalla en círculos concéntricos,
que no se agotan nunca, raíles que sirven tanto a unos como a otros: la vocación imperial del Dinero para esnifar

Dinero, para atragantarse con los excrementos de la desigualdad, que están a nuestro alcance y que no osamos
presentar más que en powerpoint o en esos comentarios  cortitos de twitter, parecidos a grageas para la tos
y que sólo producen más tos, y más imbecilidad, mientras se desvanecen los recursos de La Tierra, y las últimas
generaciones de homínidos se dedican a ofrecer dinero al dios Dinero,

grotescamente.



(Después de ver La gran apuesta, de Adam McKay, y con ganas de leer el libro de Michael Lewis en que se basa)

viernes, 22 de enero de 2016

Las perdices salvadas

Me ha surgido la duda: ¿es Hemingway el ex-peso pesado, y H.C.Williams el médico? Esa maldita tendencia a la interpretación, a buscar paralelismos, a no dejarse llevar más que por la historia personal. Hace poco leí El viejo y el mar, y he supuesto que Hemingway debe de ser el tipo que quiere pescar las truchas. Y H.C.Williams, más prudente, prefiere dejarlas vivir. Hoy, mientras caminaba por Ses Clotes, un paisano me ha contado que él controla las perdices que hay en el valle. No son muchas, me ha dicho, media docena de parejas. Yo las dejo vivir, para qué cazarlas, para qué cazarlas si una vez cazadas se habrían acabado para siempre. Y al hablarme de las perdices he sentido el peso enorme del médico en el poema de Raymond Carver. Hablar con los otros es descubrir lo que no somos capaces de entrever con nuestro entendimiento. Esta mañana mi paisano ha sido H.C.Williams.

Poema para Hemingway y H.C.Williams
Todos nosotros
Raymond Carver





jueves, 21 de enero de 2016

Poema para Hemingway y W.C.Williams

Hay tres truchas quietas bajo el nuevo puente de acero. Nada más empezar el poema empiezo a escuchar La trucha de Schubert, justo cuando los dos amigos caminan hacia la orilla del río. 

El ex-peso pesado lleva una gorra de caza y quiere pescar las tres truchas, pero el médico preferiría hablar largamente acerca de ello. Pienso que es muy exigente el trato que le da Raymond Carver al ex-peso pesado: la gorra de caza parece una crítica velada. Como si cazar una trucha no fuese lo mismo que pescar una trucha.

Cazar una trucha es reprocharle algo al ex-peso pesado.

Bueno, ahí están, caminando hacia la orilla del río. No sabemos cuáles son sus razonamientos, aunque el médico sea un defensor de la naturaleza.

Quizás sea una deducción exagerada. ¿Por qué va a ser el médico del poema un defensor de la naturaleza? En estos días estoy leyendo La sexta extinción de Elizabeth Kolbert, y estoy influido por la constatación de que los seres humanos hemos producido la extinción de la megafauna.

Me acerco a la orilla del río y veo las tres truchas, y luego veo que desaparecen entre los árboles los campos y la luz que oscurece aguas arriba.









Poema para Hemingway y W.C. Williams
Todos nosotros
Raymond Carver
Quinteto con piano en La mayor 'La trucha'


miércoles, 20 de enero de 2016

La otra vida

Debería titularse Matrimonio II, pero se titula La otra vida. Lo que araña el papel es el plumín, después de sumergirlo en el tintero. 'Oigo su pluma arañar, arañar'. ¿Qué escribe?' De vez en cuando se para y la oigo llorar'. ¿Han ido a vivir a una casa nueva y no le gusta? ¿No es posible la otra vida? Sigo pensando en la palabra arañar. Las plumas estilográficas no arañan, pero sí los plumines. Hay siempre algún detalle anacrónico en los textos de Raymond Carver. La introducción al poema: Ahora a por otra vida, una vida sin errores, de Lou Lipsitz, me obliga a ser perspicaz, a no dejarme llevar del todo por lo que imagino.


La otra vida
Todos nosotros
Raymond Carver

martes, 19 de enero de 2016

Lo que se ve

Tengo la sensación, al leer a Raymond Carver, de que sus poemas son como fotografías que tomaba más o menos aleatoriamente. Hay que estar muy atento a lo que se vive para no caer en la abulia, para no dejar de interesarse por la experiencia de los otros. El yo del autor se diluye en los otros, que son los protagonistas. El poema Matrimonio es un ejemplo: ellos dos comen ostras y frituras empanadas, mientras que los protagonistas son Kitty y Levin, y los vecinos. Durante la lectura estamos mirando la televisión, y desde la ventana atisbamos lo que ocurre en la caravana de los vecinos. La experiencia de los otros nos forma y nos deforma, un poco aleatoriamente, y así vamos siendo una mezcla de nosotros mismos y de los demás. A la lectura de este poema se le puede poner como fondo la música de Brad Mehldau.

Todos nosotros
Raymond Carver

lunes, 18 de enero de 2016

Kitty y Levin

Hay que leer sin pensar en nada más, pero uno no deja de mirar el título, Matrimonio, esa palabra que lo agita todo, porque nos remite a una serie de televisión en la que Kitty y Levin se han casado por fin. Y el telón de fondo de la ficción parece un horizonte, pero no una aspiración, porque se enumeran todos los desastres que hay al lado, o detrás, de la aparente felicidad de Ketty y Levin: la destrucción que saben que les aguarda después del próximo giro de los acontecimientos. Y eso se refleja en la realidad inmediata: la última estrofa es una premonición: esa luna que navega armada hasta los dientes a la caza de mis hijos. Y el hombre de la caravana, que se va de nuevo, el vecino borracho que lanza algo por la ventanilla. No sabemos si se va con su mujer o si lo hace solo: quizás su mujer se ha quedado en la caravana porque no ha querido acompañarle. Y los pequeños charcos de agua plateada. Este poema es un cortometraje.

Matrimonio
Todos nosotros
Raymond Carver

sábado, 16 de enero de 2016

Recapitulación, antes de seguir

Hasta ahora hemos ido en coche a la espera de que ocurriera algo en algún instante; hemos sabido que la muerte del perro es una manera de saber otras cosas que no hubieran salido a flote de otra manera; hemos sabido que nada es predecible, y en esto la poesía y la ciencia concuerdan, como en tantas cosas; hemos mirado detenidamente la fotografía del padre de Raymond Carver, cuando era joven; hemos asistido a una intensa búsqueda de trabajo para salir de la bancarrota; hemos mirado por la ventana varias veces; hemos comprobado que a pesar de las transformaciones del paisaje siempre está Prosser, ahí, a nuestro lado. Ahora nos quedamos a la espera de nuevo, a la espera de la lectura del siguiente poema, que se titula Matrimonio.


Todos nosotros
Raymond Carver

jueves, 14 de enero de 2016

Los salmones que quizás también lleguen a mi ciudad

Los poemas de Raymond Carver son adictivos, de uno te vas a otro porque piensas que las oscuridades de uno pueden ser luces en otro, pero sin apenas apercibirte de ello entras en otra oscuridad.

A veces hay sombras en medio de una luz cegadora, como estos salmones que van por ahí, que evitan ciertas plazas, y se acercan a Wright Avenue. Los ciudadanos los esperan, se avisan: ¡que ya llegan! 

Y entonces la decepción es tremenda.

'Cada mañana es una decepción'

El lector se queda con la boca abierta. El chapoteo de los salmones, la sensación de que están ahí, a nuestro lado. Es posible incluso que estos salmones lleguen esta noche a nuestra ciudad, que las cosas se puedan explicar de alguna manera, aunque yo también esté un poco del lado de los que están contra la interpretación, como Susan Sontag

El poema se agita también en la página del libro, y los salmones siguen chapoteando.




Los salmones se mueven de noche
Todos nosotros
Raymond Carver

Prosser

Por supuesto, he buscado Prosser en Wikipedia. Tiene unos cinco mil habitantes, y así ya puedo leer otra vez Prosser con el convencimiento de que Raymond Carver va con su padre en el coche, después de ir de caza. Bueno, yo supongo que vienen de caza, porque hay un olor de pólvora en el coche. Y antes de ver Prosser han pasado por campos de trigo verde y por campos de rastrojo. Lo que vive y lo que está macilento. Es un poema que parece descriptivo, simplemente descriptivo, y sin embargo echa chispas de emoción incontenible. Los campos de trigo verde son hermosos, aunque no lo diga expresamente, y a los gansos les gusta el trigo verde, y Carver incluso lo probó una vez.

Y a los gansos también les gustan los rastrojos. Pero cómo alguien pudo sembrar el trigo entre rastrojos. Cómo va a crecer. El símbolo cobra una fuerza poderosa en este momento del poema: Por la noche intentan recobrar su juventud mientras respiran irregularmente y su vida se hunde en los oscuros surcos de la tierra. Qué duro es todo. Rastrojos, el transcurrir de la vida, la oscuridad que llega mientras Raymond Carver y su padre regresan.

Este regreso es decisivo, como si se tratara de una recolección de experiencias. El trigo verde, el rastrojo, los gansos, todo deriva hacia el olvido, padres, amigos, todos pasan, se quedan algunas mujeres y también se van, y los sembrados desaparecen bajo la lluvia. Todo desaparece poco a poco, menos Prosser. Y el padre de Raymond Carver pronuncia esta palabra que ahora a mí también, lector del poema a miles de millas de distancia, me parece una palabra mágica: Prosser.

Prosser
Todos nosotros
Raymond Carver

martes, 12 de enero de 2016

Esta habitación

Otra vez mirando por la ventana. ¿Cómo puede, si no, ver el coche sin conductor que espera abajo? ¿Y a quién va a esperar sino a él? Quizás ha prometido algo a alguien, y eso implica bajar a la calle, subirse al coche y viajar hasta un lugar en donde vive la persona a quien le ha hecho la promesa.

Hemos de ir llenando líneas en blanco para completar el significado. Lo que contiene depende de nosotros, de nuestra resolución, de nuestro interés en continuar indagando.

Quizás él no quiera, quizás se arrepiente de haber hecho una promesa. No hacer promesas, no hacerlas por mi bien.

Y entonces, de golpe, un recuerdo: una sombrilla, una explanada frente al mar, aquellas flores... Parece un recuerdo agradable, sin duda, uno de esos recuerdos que se quedan en el interior y que luego salen de vez en cuando, y no cuando se les llama, sino en instantes precisos.

¿Podría repetirse algo parecido?

Enciende un cigarrillo, descorre la cortina. (Quizás la había corrido para no ver el coche, para no tener que enfrentarse a la promesa).

Y el coche se va.





Esta habitación
Todos nosotros Raymond Carver

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lunes, 11 de enero de 2016

Balzac

Balzac escribe muchas horas seguidas, y no quisiera dejar su escritorio. Pero tiene que irse a la cama, no queda más remedio. En su rostro hay una neblina, el gorro de dormir es algo cómico, la bata se le pega al cuerpo.

Esto, en lo que se refiere a lo que ocurre dentro de la casa.

Afuera, 'los acreedores se estiran los bigotes y las corbatas', y 'las damas jóvenes piensan en Chateaubriand mientras pasean con sus parejas'. Todo esto ocurre en el mundo exterior a Balzac. Y Balzac tiene que irse a la cama.

Pero antes, mira a través de la ventana abierta. Esta ventana aparece en algunos poemas de Raymond Carver. Es una manera de referirse a lo que hay afuera, y de esta forma el personaje ve lo que hay más allá, quizás la experiencia de los otros. O quizás lo puede imaginar mirando, mirando.

La figura del orinal empuja a la penúltima escena.

Y la última es definitiva: ha de escribir la última frase del día, y entonces el lector del poema de Carver observa los instrumentos de trabajo de Balzac: la pluma, el frasco de la tinta, las cuartillas revueltas.

Balzac
Todos nosotros
Raymond Carver



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Los primeros almendros en flor

Ayer, día 10 de enero, al atardecer, desde la autovía, vi almendros en flor. Y no pocos. Es sin duda una fecha extraña para que haya tantos. ¿Será debido al cambio climático?

Es costumbre que los almendros florezcan entre frío y frío, a finales de enero. Incluso a veces, como me suele decir Bernat, los almendros pueden retrasar la flor unos días más, los que hagan falta, porque son capaces de entrever unos días de frío a la vista.

Lo de este año es extraño, qué duda cabe. Anda el tiempo revuelto, y las personas con una mosca en la oreja. Nunca había visto hormigas en la cocina en estas fechas. Y ahí están, pequeñas, buscando no sé qué por la mesa, o por la encimera, o por los alrededores del pan.

El año empieza con ribetes de cambio.




domingo, 10 de enero de 2016

Lo que nos acompaña

¿Quiénes nos acompañan después de muchos años? ¿Qué cosas nos acogen? ¿Qué paisajes?

Personas que viven con nosotros, a veces muy lejos de nosotros, pero que aún así nos acompañan desde la lejanía.

Cosas extrañas o muy cercanas, que nos aportan familiaridad con su presencia: un mueble, una pequeña escultura, una taza de café.

El paisaje que vemos desde la ventana, no especialmente hermoso, quizás, una combinación de paisaje urbano y de horizonte montañoso. El patio del edificio vecino en el que hay un perro.

La biblioteca, que al decir de algunos se ha convertido en un resto del pasado, aunque el pasado puede resucitar, como dice un directivo de Sony, según el cual el viejo carrete fotográfico no va a desaparecer.

Y otras cosas intangibles.

La música, con su mensaje suave, lleno de sugerencias, también intangibles, pero tan cercanas como las palabras, o aún más, por su posibilidad de ser envueltas con escenas de nuestra vida.

Y los recuerdos, esa biografía que tejemos casi sin querer.

Los ancianos y los burros

No será por aquí, porque no llueve desde hace siete u ocho semanas, así que Lluvia repentina se desarrolla en la mente de Raymond Carver. Y, al igual que en el Por la mañana, pensando en el Imperio, hay ingredientes que no encajan en la realidad inmediata. Allí había un carretero. Aquí, los viejos y las mujeres dirigen los burros a cubierto. La lluvia sisea en los adoquines, los viejos y sus mujeres se recogen para no mojarse, pero el protagonista se empapa de agua: le gusta mojarse, y al decirlo nos parece una estupidez. ¿No es más hermoso ver cómo cae la lluvia, como hacen los viejos y sus mujeres, pero a buen recaudo? Cuando deja de llover los ancianos van a la colina. Con los burros, por supuesto. Como un niño pequeño, el protagonista disfruta chapoteando en los charcos. ¿Quién no ha sido niño? Pero hace mucho.

Lluvia repentina
Todos nosotros
Raymond Carver

No lejos de aquí

La sorpresa puede ser sencillamente cómica. Lejos de aquí nos puede sugerir una escena de terror. Incluso el que habla se prepara un cuchillo debajo de las sábanas. Pero enseguida observamos a una chiquilla con su perro. A qué viene todo esto. La chiquilla no habla, y después de acercarse a ella e intentar oírla, es el perro el que sonríe. El lector se queda tan tranquilo, sobre todo cuando el protagonista le dice a la chiquilla que no está para juegos. Y le da una ciruela. Todo es cómico, y me recuerda lo que me contó un pariente, paseando por Roa de Duero. Me dijo: L. tiene mucho miedo a lo que pueda ocurrir. Hace unos días venía hace nosotros H. Y nada más verlo, L. me dijo: Seguro que acaba de pasar algo, estoy segura. Y al llegar a nosotros se lo preguntó a H. ¿Qué ha pasado? Y H. dijo, con cara de sorpresa: ¿Qué ha pasado? ¡Nada! El poema de Raymond Carver es el reflejo de las sorpresas más o menos cómicas ante los miedos infundados.

No lejos de aquí
Todos nosotros
Raymond Carver

viernes, 8 de enero de 2016

Por la mañana, pensando en el Imperio

Están sentados en una habitación con la ventana abierta. El mar se ve más allá de los tejados de la ciudad. Hay un desfase temporal que no se puede salvar de ninguna manera: el carretero nos remite a una experiencia extraña. Quizás a una infancia imaginaria. Raymond Carver viajó a Europa y pudo mezclar imágenes de una ciudad europea, o de algún grabado. Las dos personas sentadas a la mesa son de ahora y el carretero es de mucho antes: una sincronía en el límite de la verosimilitud que le da fuerza al texto y que quizás nos remita al Imperio. Es por eso que aparece la vieja ciudad. Y la idea de futuro. Nuestro futuro yace en lo más profundo de la tarde. Y entonces, como un gesto necesario, el protagonista rompe un huevo, y luego otro. Empequeñecerse juntos es el corolario, como si no fuésemos nada en la inmensidad del tiempo. ¿Es quizás la sensación de lo rápido que pasa todo? ¿Los dos huevos rotos son todo aquello que se rompe y desgaja? ¿El Imperio destruido?

Por la mañana, pensando en el Imperio
Todos nosotros
Raymond Carver

jueves, 7 de enero de 2016

Una tarde con Charles Bukowsky

'No sabéis lo que es el amor (Una tarde con Charles Bukowsky)' es un largo discurso, una mezcla de lamento y de elegía, como si el que habla, que es el mismo Bukowsky a través de Raymond Carver, nos quisiera aleccionar sobre lo que es el amor y la poesía, a partir de aquello que no lo es. Es en cierto modo un discurso soberbio y a la vez suplicante, porque quiere que le escuchemos, que atendamos a sus razones. Siempre me ha impresionado mucho que haya personas que puedan beber tanta cerveza como la que asegura el protagonista del poema, porque yo apenas puedo con una, así que Bukowsky está bebiendo cerveza mientras habla, y es entonces cuando sus reflexiones nos llegan atravesadas por ese sabor de la cerveza, y también por algo más: su monólogo no permite respuesta alguna, él está solo con su máquina de escribir y su música clásica, aunque él asegura que nosotros no podemos comprender cómo es posible que él escuche música clásica. Yo tengo 51 y ella 25. Y esta diferencia de edad es una victoria, aunque no lo diga así: el amor es el amor, no tiene adjetivos, ni justificaciones. Pero no sabéis lo que es el amor. Sólo él lo sabe. Su perorata en contra de los malos poetas. Lo que vamos sabiendo a medida que leemos se diluye en un discurso que parece no agotarse nunca. Los que no se han enamorado nunca sólo pueden ser malos poetas, y ni tan siquiera esto. Y luego los dos versos finales que me parecen concluyentes: que más tarde nadie se quede cerca / de una ventana abierta, y la anotación que escribí a lápiz la primera vez que leí este poema de Raymond Carver: la ventana abierta permite ver el mundo y Charles Bukowsky está encerrado en el suyo.


No sabéis lo que es el amor (Una tarde con Charles Bukowsky)
Todos nosotros
Raymond Carver

Un niño de 9 años viaja de Sacedón a Valencia para ver el mar

Paseo con J.C. por los alrededores del castillo de Bellver. Mira el mar con atención: la bahía de Palma, que hoy está coronada de nubes bajas y de bruma; el puerto, que tiene un nuevo pantalán; la ciudad, que se extiende en abanico. Palma ha crecido mucho, me dice, desde que vine aquí a finales de los sesenta. A mí me gusta mucho el mar. Lo vi por primera vez gracias a mi abuelo. Tenía sólo 9 años. Fuimos de Sacedón a Valencia en tren, a las Fallas. Quedé maravillado, y desde entonces el mar ha tenido una gran importancia para mí. 

Los que hemos nacido cerca del mar no somos conscientes de lo que significa. Quizás sea como un desierto, o como una gran llanura que llega a un horizonte indeterminado. Así que la experiencia de verlo por primera vez debe de ser muy importante para alguien que crece tierra adentro. Un niño de nueve años y su abuelo viajando en tren desde Sacedón a Valencia a finales de los años cuarenta debió de ser para ellos dos una experiencia inolvidable.

Y sin embargo, incluso para aquellos que como yo nacimos en una isla, el mar pudo ser un paisaje lejano, una franja que cambiaba de color durante todo el día. Al ir a la Escuela, a pie o en bicicleta, aquella franja azul que se veía a lo lejos formaba parte de mi vida tan sólo como un horizonte. Sólo fui unas cuantas veces al mar, en excursiones organizadas por el cura, o por el maestro. El mar era el mar de Simbad el Marino.

Ahora todo es más fácil. Pero me ha quedado una especie de pudor al mar, una preferencia por verlo de lejos, o por lo menos desde las rocas, a primera hora de la mañana o al atardecer, o desde un bosque.

Motivo: J.C. me cuenta su primer viaje al mar, a los 9 años, cuando lo llevó su abuelo a Valencia.








miércoles, 6 de enero de 2016

Trucha de montaña

En Jaurrieta comí una trucha excelente. Cómo relacionarla con un sueño. Pues leyendo el poema 'En busca de trabajo (1)' de Carver. Su mujer le despierta para que salga en seguida a buscar trabajo. Y al protagonista le ocurre lo que a muchos de nosotros cuando nos despertamos de golpe mientras estábamos inmersos de lleno en un sueño. Él estaba yendo a la cascada, en donde hay truchas de montaña. Y al despertarse se ha de enfrentar a la realidad. 'Es mediodía, dice ella'. Un poco tarde para salir a buscar trabajo, me parece. Pero por algo se empieza, y desde luego los zapatos esperan a la puerta. 'Están relucientes'.

En busca de trabajo
Todos nosotros
Raymond Carver

Bancarrota, dejémoslo así

No quiero interpretar, sólo abrir los ojos y aguzar los oídos, pero en 'Bancarrota' parece que andamos en plena penumbra. Qué querrá decirnos Raymond Carver. ¿La bancarrota es literalmente la bancarrota o es un símbolo de los primeros versos: 'un vientre velludo que sale de la camiseta'? ¿El desaliño corporal o las deudas? Faltan datos, pero los datos en un poema no han de ser necesarios. Hay más que suficiente con las palabras. Sí sé que hay un hombre y una mujer, y que la mujer es insolvente, como él, el del vientre que sale de la camiseta. Tendrán que hablar de la deuda, o quizás del desaliño corporal. Si lo leemos ahora, a comienzos de 2016, podemos suponer que habrá salidas. Hay tiempo por delante. Pero habrá que saber utilizarlo.

Bancarrota
Todos nosotros
Raymond Carver

martes, 5 de enero de 2016

El interrogante que no se cierra nunca

El rostro de los jóvenes es un proyecto, un esbozo de lo que seremos después, y lo más sorprendente es 'contemplar el retrato de mi padre cuando tenía veintidós años', nos dice Raymond Carver. No todos tenemos una fotografía parecida de nuestro padre: sosteniendo con una mano una ristra de percas y con la otra una cerveza Carlsbad. El problema está en lo que intuimos, al observar tantos años después cómo era aquel hombre que está ahora delante de nosotros. Nos da la sensación de que quería transmitir seguridad. Pero los ojos le delatan, y la manera de sujetar las percas. La mirada retrospectiva ha de ser compasiva, e incluso hay que estar dispuestos a darle las gracias, a imaginar que la fotografía es un regalo que nos llega de manera imprevista. Estos datos que atesoramos poco a poco de nuestro padre, esa aparición inesperada de un instante detenido en el pasado: como si la fotografía revelara un interrogante que se abre y que no se va a cerrar nunca.

Fotografía de mi padre en su vigésimo segundo cumpleaños
Todos nosotros
Raymond Carver

lunes, 4 de enero de 2016

El lamento de alguien que quiere saber

Siempre me salto el poema 'Tu perro se muere' para no decir nada acerca de él, y paso a la página siguiente cuando al abrir el libro aparece de súbito, al azar. O cierro el libro y me voy a tomar un café, como esta mañana. Menos mal que el viento se ha parado, y menos mal que quizás tu perro no se muere, me digo para mis adentros, porque quizás es el lamento de alguien que quiere saber más acerca de sí mismo y busca la excusa de la muerte del perro, que es una manera de saber otras cosas que de otra manera no se hubieran conocido nunca. Ahora ya es la madrugada de un nuevo día, todos los perros viven en su rincón y todas las personas buscan su perro y se parecen tanto las unas a las otras que han de ser afines, o dispuestas a abrazarse. Expuestos a la severidad de los momentos más duros, 'te preguntas cómo va a terminar esto'.

Tu perro se muere
Todos nosotros
Raymond Carver

sábado, 2 de enero de 2016

Bebiendo una pinta de Old Crow

Todos nosotros, esto sugiere el libro, todos nosotros somos los protagonistas: el libro de poemas de Raymond Carver es un peregrinaje por la memoria, desde un presente que se cierra sobre sí mismo. Cada poema es también una narración, una fotografía, o una ráfaga de fotografías que se desvanecen y se quedan veladas por una neblina que no nos deja ver con rigor todo el contenido, sólo una parte. Todo lo que gana se puede perder en un momento, eso parece cuando se recuerda, pero al final, al rememorar, al darnos cuenta de que la experiencia revela contenidos que no estaban en aquel presente. En el viaje en coche con su hermano, lo que se mira por la ventanilla es el paisaje que se lleva dentro, más que lo que se ve hacia fuera. Lo que va a ocurrir es siempre lo inesperado: '...mi hermano me da un leve codazo. / En un momento va a pasar algo".

Todos nosotros
Bebiendo en el coche
Raymond Carver