sábado, 30 de julio de 2016

Lyon

Cuánta importancia tiene el legado del esfuerzo, del estudio, de la racionalidad. Al caminar por Lyon, al mediodía, la luz parece proceder de André Ampère, de los hermanos Lumière, de Marie-Joseph Jacquard, de Barthélemy Thimonnier, de Héctor Guimard, de los hermanos Voisin, de Antoine de St-Exupéry...


Motivo: Viaje a Lyon

miércoles, 20 de julio de 2016

Leyendo

También se podría titular Mirando cómo leen otros, porque el protagonista del poema mira (aunque él dice que imagina) un palacete con una ventana abierta sobre el lago Génova. Y a partir de ahí empieza a hacer consideraciones sobre la vida de este personaje que lee. Al hablar de los demás, RC habla de sí mismo, por supuesto. Lo que imagina de los demás está en su mente, y no son más que recuerdos suyos, filtrados, eso sí, por el tamiz de la duda. Él ya nos avisa: Eres libre de creértelo o no. Y qué más da. El que lee en su palacete, detrás de una ventana, no es más que un subterfugio, o casi mejor: un refugio de la personalidad de RC. La vida de cada hombre es un misterio, como / la tuya o la mía. Ésta es una verdad sin ambigüedad alguna. El misterio que nos envuelve, sin embargo, no es un pasaporte conveniente para escarbar en los misterios de los demás, Carver.

Leyendo
Todos nosotros
Raymond Carver

jueves, 14 de julio de 2016

Allegro

Hoy no leo un nuevo poema de Raymond  Carver. Intento recrear en mi conciencia una manera de mirar el mundo que es única, y que se puede captar a partir de Todos nosotros. Ya el título sugiere un intento de acercarse, y de hacerlo de una manera diferente a como lo hacemos los demás. La mirada de Carver es realista, pero su realismo dista mucho de ser el principio y el fin de una secuencia de versos. Es más: los versos de Carver son como piezas extrañas de una estructura difusa. Lo que importa es que encajan los unos en los otros, y que de este encaje surge la poesía. Al leer uno de sus poemas podemos sentir desconcierto, o estupor, una experimentación absurda que no logra conectar con nuestras exigencias estéticas. Y reconozco que es difícil escapar de este inconveniente. Pero una vez que se consigue, el resultado es espectacular. Al terminar la lectura reconocemos un nuevo paraje poético en nuestra memoria.

Ma, noche del jueves 14

lunes, 11 de julio de 2016

Más sobre aeropuertos

Hay una vieja sensación en cada despedida. Un gesto que se convierte en sacudida. Decimos adiós y nos quedamos en un estado de suspensión. Qué se puede hacer para no quedar en este presente inquieto. El avión asciende en la memoria.

martes, 5 de julio de 2016

Cierras la puerta por fuera, luego tratas de entrar

¿A quién no le ha ocurrido? Cierras la puerta por fuera y ves que te has dejado la llave dentro de casa. Y, además, 'los vecinos que tenían la llave no estaban'. A mí me ocurrió hace un par de años. El protagonista del poema se consuela: 'Cosas peores habían pasado. Incluso / tenía gracia'. Hasta que uno empieza a darle vueltas a la maneras de poder entrar. Y no es nada fácil. El protagonista se sorprende. Mira desde la terraza hacia en interior de la casa. Y ve las cosas desde otra perspectiva. Menudo problema. Se imagina dentro, mirando hacia afuera, levantando la vista del papel, 'pensando en otro lugar / y en otro tiempo'. Todo esto ocurre de golpe, como si de repente el vuelo de una mariposa hubiera provocado un pequeño terremoto interior. 'Me quedé allí un rato bajo la lluvia. / Me consideraba el hombre más afortunado del mundo' 

Cierras la puerta por fuera, luego tratas de entrar
Todos nosotros
R Carver

La moda del verano

En verano las montañas empiezan a perder volumen para el observador. Una espesa capa de humedad las difumina en el horizonte y hay momentos en que casi no se ven. De qué podemos hablar si los perfiles desaparecen y apenas se logra distinguir el recorrido de otros años. Parece que uno debería de refugiarse en algún lugar propicio para aislarse del calor, y serenarse con la reflexión y el deseo de volver a los inicios. Hay una alegría forzada que se convierte en una aspiración absurda. A veces conviene dejarse llevar por la sensación de libertad que se siente al comprobar que a pesar de todo es posible vivir al margen de las modas.

sábado, 2 de julio de 2016

El atardecer de un día de verano

Lo que se desvanece poco a poco forma parte de la vida. Cada uno de nosotros ha de buscar su propio ritmo de desvanecimiento. Y la languidez de los atardeceres de verano es una muestra de lo que nos ocurre cuando somos conscientes de que la vida en un solo día puede ser el compendio de una vida entera. Lees el periódico o por lo menos aquello que te parece más destacado y te quedas a expensas de lo que puedas ir descubriendo por tu cuenta durante el resto del día. Y sales a la calle y te cruzas con los típicos cazurros que conducen a toda velocidad, con los lánguidos afanes de los que no se atreven a molestar a los políticos corruptos, o con los que lo justifican todo a cambio de la seguridad tramposa de las conveniencias. Pero siempre queda el atardecer como experiencia de lucidez: enfrente del mar todo se desvanece, incluso las dudas. Miras las tonalidades del azul, y al fondo la bahía endulzada por el verano palmesano, que suele ser amable con los no exigentes. Miras y entiendes la necesidad de dejar que la mirada se explaye sólo con las imágenes de una realidad que se parece a la imaginación.