martes, 23 de febrero de 2016

Mari Carmen

Recuerdo a Mari Carmen. Comíamos en aquella mesa grande del jardín de la casa de sus padres, cerca de la Estación de Renfe de Roa de Duero. El calor seco del mediodía, a la sombra de los árboles, era un estímulo para insistir en las charlas que duraban hasta el atardecer. Juan nos fotografiaba, y luego nos enviaba las fotografías reveladas por él mismo en su estudio. Después caminábamos por los alrededores de las vías férreas, abandonadas desde finales de los setenta. También había vagones de madera, con su nostalgia de los viajes que realizaron por toda España. Los trenes dejaron de atravesar Castilla y las viejas estaciones quedaron abandonadas, y sin embargo quedaba en cada una de ellas el eco de aquellos viajes que ahora parecen increíbles: tantas horas, las caras tiznadas. Había una morera muy grande detrás de la Estación, un símbolo de lo que perdura. En verano era todo más alegre, pero en invierno hacía mucho frío, y al regresar había nieve en Somosierra. Ya casi no recuerdo las conversaciones. Éramos muy jóvenes, y teníamos la vida entera por delante. Queda el halo de aquellas despedidas, casi siempre en la Plaza Castilla.

lunes, 22 de febrero de 2016

Antonio Machado

Los poemas de Antonio Machado caben en un libro no muy grueso. Sus lectores tenemos ese libro en la biblioteca con las hojas un poco amarillentas. Así es mi ejemplar de la Colección Austral, y de vez en cuando releo alguno de sus poemas para serenar el ánimo, y para no dejarme arrastrar por esas sensaciones tan modernas que a veces no responden a nada concreto y que sólo sirven para dejarnos indefensos. 

Raymond Carver parece que comparte esa afición por Antonio Machado. Y entonces me pregunto cómo es posible que esos poemas tan reposados llegaran a Carver. Lo que importa es que para él la poesía de Machado es un consuelo a sus tribulaciones. La imagen del viejo profesor español que camina con lentitud por Úbeda o Segovia o Soria se convierte en una protección para Carver. Bien pensado, a veces las cosas son así de sencillas: la experiencia es capaz de mostrarnos caminos invisibles por medio de pensamientos que nos llegan de lugares muy lejanos.

Pues bien, el poema Ondas de radio trata acerca de esto: las tribulaciones de un norteamericano muy moderno que busca consuelo en la poesía meditativa de un viejo poeta español.

A mí me parece que Ondas de radio ha sido escrito después de leer el poema Consejos:

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
-así en la costa un barco- sin que al partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.

Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.

Ondas de radio
Todos nosotros
Raymond Carver






viernes, 19 de febrero de 2016

"When you're smiling"

Me he sentado a la mesa que me gusta más, la que está junto a la vidriera. Al entrar, no me he fijado en el poema que suele haber en la entrada, a la derecha de la puerta, escrito en una pizarra con tiza blanca y con letra muy clara. Suena una canción de Louis Armstrong; en la calle un mendigo levanta la tapa de uno de los contenedores de basura; un hombre y una mujer miran las afueras de la librería. El hombre y la mujer visten con sencillez y elegancia, y deben de ser turistas, por la manera de moverse, como si dudaran ante un lugar desconocido. Ha llovido hace un rato. El hombre lleva un paraguas colgado del brazo derecho. El cielo es invisible desde aquí, apenas puedo entrever si aún está cubierto y amenaza lluvia de nuevo, o si ya empieza a clarear. La trompeta de Louis Armstrong llena la librería de resonancias alegres, como si el café quedara impregnado del ritmo feliz de sus canciones. El hombre y la mujer siguen sin saber qué hacer, y ahora están mirando el bar de al lado, en el que hay fotografías de Ciutat. Los veo muy bien desde este alto, a dos metros sobre el nivel de la calle. Ellos me han visto también, sentado a esta mesa solitaria, con mi taza de café al lado. Pasa una madre joven con su hijo un metro detrás de ella, siguiéndola fielmente. Puedo ver fácilmente el hilo invisible que los une. Es un hilo que los une y que soy capaz de intuir por experiencia, sólo por experiencia. Los adoquines están levemente mojados. Ha llovido lo suficiente para que su color marrón se haya vuelto brillante, como si hubiera sido pintado por una mano cuidadosa. Así es la lluvia en Ciutat, una dulce caricia que se prodiga poco, y que cuando llega nunca se suele desbordar sino que llega muy atenuada para limpiar lo que toca y para dejarse llevar por la superficie de los lugares y de las cosas. Un hombre con ropa descuidada se cruza con una chica joven que por debajo de la chaqueta lleva un chal vaporoso que vuela al andar. El hombre quizás piensa que esta chica se dirige hacia él, pero en seguida se le va la idea de la cabeza porque la chica va hacia un chico que la estaba esperando cerca de los contenedores de basura. La chica hace un quiebro con el cuerpo y se va corriendo hacia el chico, y el hombre que viste descuidadamente, con la barba de varios días y una mochila vieja a la espalda, se va riendo. Los dos jóvenes se sientan afuera, a una de las mesas que hay sobre una tarima de madera. Dos jóvenes suben la escalera desde Sa Costa de Sa Pols y juguetean con su perro. La canción que ahora suena creo que es When you're smiling.

miércoles, 17 de febrero de 2016

El arco acelerándose

Escucho con mucha intención a Jacqueline du Pré en el concierto de Dvorak, y me dejo llevar por esa emoción inconfundible de la violonchelista, que siempre aparecía tan joven, tan dispuesta a interpretar como si fuese lo último que iba a hacer en su vida. La música es esa modificación del espacio inmediato que nos suscita una indefinible sensación de vértigo. Si es sólo una manera de llenar un paréntesis significa que no sirve más que para ver pasar el tiempo. Pero si nos modifica, es decir: si el tiempo no pasa por delante del oyente sino que se introduce en él y se lo lleva en volandas, es entonces cuando la música nos sirve para desgranar la vida. Ese momento en que el violonchelo parece que se lamenta por algo, y que la mano de Jacqueline du Pré se esfuerza, como si se contorsionara para poder producir un sonido esencial, esa aceleración del arco: esa sensación de vértigo.

martes, 16 de febrero de 2016

"Brooklyn"

Acabo de leer Brooklyn y aún tengo el sabor en la boca, como si fuera real, de las sucesivas decisiones que ha de ir tomando Eilis a lo largo de su juventud. Es una novela sobre la aventura íntima de alguien que lucha por la vida dejándose influir o no por las personas con las que convive, con las que se enfrenta, y con las que tiene que ir hacia adelante, quiera o no. Eilis está sola casi siempre al enfrentarse a una situación determinada: no sabe si va a acertar o no. Cómo va a saberlo: éste es el punto crucial de la historia de su vida: avanzar a tientas, sin saber muy bien lo que se va a encontrar al día siguiente. Quizás sea éste el eje de la vida de cada cual.

Motivo: "Brooklyn"
Colm Tóibín

lunes, 15 de febrero de 2016

La lluvia, de madrugada

De madrugada empezó a llover. Se oían los suaves crujidos de las hojas de la enredadera mientras se interponían en el camino del agua, y después, al cabo de un rato, los tejados goteando. Me volví a dormir con el arrullo de la lluvia, y al levantarme y salir al jardín hundí una rama seca en la tierra y comprobé que se adentraba varios centímetros sin dificultad. Así que la lluvia había sido provechosa, no un simple chaparrón, como otras veces. El cielo seguía completamente cubierto a media mañana, sin nubes diferenciadas, como si fuésemos a esperar más lluvia en las próximas horas. En el llano, los almendros tenían las flores limpias de polvo, y el blanco era suave como si la naturaleza las hubiera lavado pacientemente. Había gorriones bebiendo felices entre la hierba.

jueves, 11 de febrero de 2016

Woolworth's 1954

Desde la autovía se ven los almendros como si fueran supervivientes. La suave blancura de sus flores se aviene con la música que oigo en la radio del coche. Sin saber por qué, recuerdo un viaje por Francia, hace años, en la circunvalación de Burdeos: nos adelantó un coche en el que una mujer joven vestida de novia estaba sentada en el asiento de atrás. La vi de perfil, mirando hacia adelante, con expresión ausente, como si en vez de ir a casarse se dirigiera al cadalso. Quizás fuese sólo un instante de indecisión, o de duda, y yo fui testigo casual. Raymond Carver a veces, en sus poemas, se sirve de asociaciones mentales de índole azarosa, como en el poema Woolworth's 1954.

Todos nosotros
Woolworth's 1954
Raymond Carver

martes, 9 de febrero de 2016

Abrir la mañana

Abrir la mañana como si fuera una ventana al mundo, quizás con una canción de Serrat o de Nat King Cole, o con la viñeta de El Roto, para no perder la lucidez. Abrir la mañana para no tener traspié alguno, y para avanzar con la mirada presta a que todo lo que se observa no sea desproporcionado al entendimiento. Y si hay que tropezar en algo que sea con un poco de humor, como si aún fuera un buscador de experiencias.

sábado, 6 de febrero de 2016

Metamorfosis de Carver

Te conviertes en un caracol, pero sigues siendo humano: la pena comienza a gotear en mi corazón. Y al regresar a casa le ocurre lo mismo que a Gregorio Samsa: se convierte en un ser diferente que sigue sufriendo.

El texto deja traslucir un dolor que se nutre de la experiencia vivida por un protagonista que intenta dejar de ser quien es, en un entorno vagamente conocido. Hay caracoles en cualquier jardín. Al llegar a la pared se deja llevar por el sentimiento de pertenencia a algo nuevo, pero ha de volver,

y vuelvo errabundo a casa.
Todavía están esperándome,
el espanto aletea en sus rostros
cuando se encuentran con mis nuevos ojos por primera vez.

Para siempre
Último poema de Incendios
Todos nosotros (Incendios)
Raymond Carver


viernes, 5 de febrero de 2016

Por el sendero

El sendero que cruza el valle encara el Puigblanc, que apenas sube cien metros, y después de un rodeo avanza por detrás de la loma, como si la abrazara. En un día de cielo azul como hoy la experiencia de pasear se convierte en un placer para los sentidos. Hay pájaros, almendros en flor, mariposas, olivos jóvenes que crecen, paredes secas que soportan a sus espaldas el peso de las laderas. Durante décadas este valle  fue transparente a mi interés. Lo veía sin mirarlo. Los paisajes famosos, que están siempre en la mente del observador, no tienen nada que ver con los enclaves humildes. Ses Clotes es uno de ellos, uno de los secretos que hay que descubrir indagando en el interior, como si las vísceras fuesen interlocutores de la tierra. Cada uno ha de descubrir su propio paisaje, poco a poco, llenándolo de tiempo.

jueves, 4 de febrero de 2016

Escucho atentamente

En un almendro recién podado la naturaleza empieza a trabajar de nuevo: la circulación de la savia, la función clorofílica, la sucesión de las estaciones. Las ramas cortadas están en el suelo, y la parte que queda en el árbol empieza a crecer otra vez. 

Qué se puede saber y qué no sobre el mundo que nos rodea: a través de la observación surgen las preguntas, y las respuestas tardan más o menos en ser respondidas, aunque lo más frecuente es que una pregunta nos lleve a una respuesta incompleta, y de ahí a otra pregunta, y así sucesivamente.

Lo que sabemos no es más que un empiece, y así es como interpreto estos versos de Walt Whitman:

En la noche fría, el ganso salvaje guía la bandada; su graznido me llega como una invitación.
Acaso el orgulloso no oiga nada,
pero yo, que escucho atentamente,
descubro su propósito y su sitio allá arriba,
en el cielo del invierno.

 
   

martes, 2 de febrero de 2016

Intentando dormir hasta tarde

Intentando dormir hasta tarde un sábado de noviembre. Una sucesión de sueños que se entrelazan los unos con los otros: un viaje espacial, pero RC es conciente de que está en la cama, muy al fondo de las mantas; y luego unas avispas de rayas amarillas y casi al borde la congelación. ¡Casi al borde de la congelación! Y luego los helados cañaverales. Los sueños son así: imágenes que pueden llegar a distorsionar la realidad hasta  fronteras inconcebibles que dependen en buena parte del lenguaje.

¿Cómo describir un sueño? RC pretende responder esta pregunta. El contraste entre los sueños y la seguridad de estar en la cama: ningún sueño puede hacernos perder el norte. En la experiencia de la realidad más inmediata los sueños tienen su espacio, casi una intimidad que se cierra sobre sí misma, escogiendo imágenes sobresaltadas, escenas que se crean en el subconsciente, aunque no sepamos aún en qué consiste, y ni tan siquiera si existe.

Quizás soñemos esta noche en un mundo lleno de almendros atiborrados de flores blancas y rosas, con margaritas amarillas a su alrededor: lo que acabo de ver esta mañana en el campo, mientras caminaba plácidamente, bien despierto.

Intentando dormir hasta tarde un sábado de noviembre
Todos nosotros
Raymond Carver