domingo, 31 de agosto de 2014

Lugares para vivir

Abro la ventana porque hace calor, y en la ventana del televisor veo a Serrat y a Sabina dedicando una canción a Estela de Carlotto, en Buenos Aires. Es de noche, quizás la noche triste de algún hombre o mujer que late en la mía. Cada uno de nosotros vive en su cuerpo y en otros cuerpos, abriéndose camino por lugares insospechados. Sería muy difícil vivir si en el mundo sólo estuvieran los vivos, leí no hace mucho en algún sitio, pero no recuerdo cuál, ni quién lo dijo. La sinceridad es un espejismo que se balancea en el corazón de los vivos, pero con frecuencia es afectada y cansina. Desde la ventanilla del vagón del tren en el que viaja por Argentina, Sabina cuenta algo que no entiendo, como una canción que nos transmite fervor, y un poco de humor, que atenúa el dolor que siempre atraviesa la realidad, aunque no queramos enfrentarnos a él. Sabina y Serrat viajan juntos, y Argentina es su paisaje de amistad, entre canciones y decires frágiles, y yo también me subo en el último momento a ese autocar, o al tren, o a la noche absurda iluminada por una farola que veo desde mi ventana. No hay estrellas radiantes, como en mi juventud. Sólo recuerdos.