miércoles, 20 de agosto de 2014

Llamada a la razón

El Papa ha levantado el veto a la beatificación del arzobispo Romero, asesinado en El Salvador en marzo de 1980. El papa Francisco está demostrando desde que inició su pontificado que la capacidad de decisión ha de estar por encima de sectarismos y prejuicios, a los que tan acostumbrados nos ha tenido la Iglesia Católica, así como muchas otras organizaciones. La razón no dirige los actos de los hombres, sino todo lo contrario. Parece que vivimos una carrera desenfrenada para actuar de la peor manera posible. Las noticias de hoy no hacen más que corroborarlo. Sigue la guerra de Ucrania; no se detiene la violencia en Ferguson, Misuri, relacionada con la persistencia del racismo, lo que a su vez ha tenido repercusiones violentas en Nueva York; la tregua entre Israel y las milicias palestinas ha fracasado de nuevo; y los ataques contra trabajadores humanitarios se han doblado en el último año. En cuanto a España, la corrupción sigue siendo la neblina diaria que lo cubre todo, enmarañada con el revuelo de Cataluña, y la ausencia casi absoluta de debates sobre lo que más nos importa a todos: la superación de la crisis, la falta de trabajo, el horizonte de los jóvenes y la racionalización del gasto. Y sin embargo una mirada al entorno, a lo más inmediato, parece contradecir esta retahíla de sucesos: la preocupación por el futuro no parece ser lo más importante, no sólo la preocupación por el futuro de cada uno de nosotros, sino la preocupación por el futuro del mundo, sometido a una fuerte degradación medioambiental. Habría que mentalizarse para ir cambiando lo que hace falta que cambie, racionalmente  pero también rápidamente.