viernes, 4 de diciembre de 2015

Los sueños del granjero

En el autobús hay muchos viajeros, vamos pegados los unos a los otros, y entre tantos que miran sus pequeñas pantallas hay una mujer joven que empieza a leer un libro. Está a mi lado y noto enseguida que al abrirlo ha sentido que algo muy hondo se le comunicaba con la primera frase. Conozco el libro, y sé de qué trata, aunque no lo he leído. Paula, de Isabel Allende. Al cabo de un rato se sienta, dos o tres filas por detrás, y yo también, y mi vecino es un señor más joven que yo. Tose, y se queja de su tos y me dice que debería dejar de fumar. Pues deje usted de fumar, le digo, de golpe o gradualmente. Ya lo he intentado, me responde, y no una vez sino muchas, pero no consigo dejarlo, si empiezo a fumar un poco menos acabo volviendo a las andadas, no hay remedio, y de golpe no soy capaz de dejarlo, que lo sé. Después suena su teléfono móvil y se pone a hablar. Yo saco mi libro, recién comprado, Tiempo y materiales, de Robert Hass. El primer poema me gusta mucho: En las largas noches de invierno se estrechan los sueños del granjero. / Entra en el surco, una y otra vez. Me bajo en la parada de la Policlínica, mientras mi vecino sigue hablando por teléfono y la joven sigue absorta en su libro, serenamente.