martes, 1 de diciembre de 2015

Lo esencial

Lo que queda es siempre lo importante. En una casa, en un libro, en la memoria. Se descubre poco a poco, y es una cuestión de darse cuenta a medida que maduramos. Si hurgamos en aquello que más nos afecta, empezamos a comprender que hay que quedarse con pocas cosas.

Me voy a caminar con la mochila y la cámara fotográfica, y unos euros. Incluso caminar es un acto de desposesión. Los pasos han de ser pasos al azar, pero escogiendo a medida que se avanza la dirección más adecuada. Un azar dirigido por la intuición, casi más que por la experiencia.

Después del paseo queda sólo aquello que la memoria habrá retenido. Quizás algunas imágenes. Quizás una breve conversación con la pescadera. Así, el tiempo es consumido por el olvido, que se dedica a desperdigarnos, a no dejarnos embaucar por todo lo que nos rodea.

Dejar cosas cada día es una sensación de confianza en el futuro. Quedarse con esta idea, con esta fotografía, con aquel pequeño proyecto que está a nuestro alcance. La realidad es entonces una pequeña selección.