domingo, 6 de diciembre de 2015

Las crónicas de Natalia Sancha

Hace poco que he empezado a leer las crónicas de Natalia Sancha, en El País. Son artículos llenos de pasión por lo que cuenta, pero la pasión es compatible con un relato minucioso, casi notarial de lo que ve en Siria. Indaga acerca de los últimos desastres en una ciudad, o en un barrio, o en una calle. Y acaba hablando con alguien que le cuenta su historia personal, o la de sus parientes o amigos. Son artículos que el lector acaba sintiendo como muy próximos, por la prosa casi transparente, por la verdad de lo que se cuenta, que no se explaya más que en lo que se nos dice. Y las fotografías. Ella, Natalia Sancha, es la fotógrafa. Ahí está la fotografía que ilustra la crónica del día 3. Un joven mira hacia la calle desde la ventana de su casa medio destruida, en Adra. El sol entra por la ventana y proyecta la sombra del joven en lo que fue el salón comedor de su casa. Que la habitación sea el salón comedor me lo he de imaginar yo, el lector, pero he de suponerlo, ya que la habitación, con esta ventana tan grande, debe de corresponder a la parte más grande de la vivienda. Que la periodista sea también fotógrafa, y tan buena fotógrafa, es un aliciente para el lector, que siente que lo que se le cuenta ha sido visto por quien relata los acontecimientos. A veces me detengo en el mapa de Siria y miro los nombres de loas ciudades, y es casi como cuando de niño me tenía que imaginar la geografía a partir de los dibujos del libro que servía para todas las materias del curso: aritmética, geografía, historia, ortografía. Los enviados especiales que están en el lugar de la noticia nos dan una visión precisa de los acontecimientos. Miro otra foto de Natalia Sancha. Dos jóvenes llevan comida a su posición, en Alepo. La calle está destruida, y al fondo se ve un depósito de agua con antenas de telefonía móvil. Viendo la calle que recorren los dos jóvenes ya nos hacemos cargo de cómo debe de estar el resto de la ciudad. El nombre del país, Siria, no se le puede olvidar a nadie.