martes, 8 de diciembre de 2015

El mundo sigue

Las buenas películas tienen una fuerza en las imágenes que nos impulsa a seguir viéndolas, a veces sin saber quién es el director, aunque algunos de los actores nos resulten conocidos. Esto es lo que me ocurrió ayer por la noche al empezar a ver la película de la 2, cuando ya había empezado. La interpretación de Lina Canalejas, Gemma Cuervo y Fernando Fernán Gómez es extraordinaria. Y el Madrid de 1963 es una reminiscencia vívida, casi descarnada, de la época. Los sentimientos a flor de piel, siempre en el límite de la miseria humana, que en las ciudades grandes, en aquellos años, casi se transparentaba. Cuando veo imágenes de entonces me busco a mí mismo y me pregunto quién era yo entonces, cómo eran las personas que convivían en el pueblo, no mis padres, no mis abuelos, sino los ciudadanos que yo veía caminar por la calle, los que se sentaban en los bancos de la iglesia, los que iban al bar, a media tarde. El buen cine es un estímulo para aprender de la vida. Ayer, mientras la película iba pasando casi como un huracán de imágenes de una realidad no tan lejana, recordé una visita a las oficinas del Ministerio de Educación para preguntar acerca de una beca salario de mi amigo José Antonio. Íbamos los dos vestidos de soldado, porque nos incorporábamos al segundo período de milicias. Luego comimos en un bar por los alrededores de la Gran Vía, una comida muy sabrosa, creo recordar que algún potaje. Por los mismos lugares por los que caminábamos discurre la película de ayer. El mundo sigue. Esta mañana me acabo de enterar que el director es Fernando Fernán Gómez y que la película sólo se proyectó de forma poco menos que clandestina en un cine de Bilbao. Fue prohibida por la censura franquista. Para poder financiarla, Fernando Fernán Gómez las pasó moradas, y pagó las deudas como pudo. El mundo sigue.