martes, 15 de diciembre de 2015

Escuchando a Anton Chéjov

Muchos cuentos de Anton Chéjov son conversaciones a las que el lector asiste como si fuese un invitado de primera fila. Uno de los protagonistas habla, y quizás sea él mismo el eje de lo que se cuenta, como en Sobre el amor, O lyubvi, de 1898. Un cuento te permite atisbar el carácter de los personajes, alcanzarles en su carrera por la vida, pararles un rato y escucharlos. No hace falta decir muchas cosas sobre alguien para conocerlo. Y en todo caso la ficción es un estímulo para que prolonguemos con nuestra imaginación lo que se nos dice, sin ponerle aún el punto y final definitivo. Podemos seguir imaginando, celebrando que acabamos de conocer a alguien que puede servirnos para una conversación interior, con nuestra conciencia como interlocutora. Nos reconforta haber conocido a alguien que nos sugiere un pensamiento original, o que simplemente nos explica lo que acaba de ver, o lo que sintió hace algún tiempo. La manera de mirar el mundo es un compendio de todos los personajes de la literatura que hemos conocido, tanto o más que las personas reales que se han relacionado con nosotros.