jueves, 12 de noviembre de 2015

¿Puede haber espacios neutros?

Salgo de casa al atardecer con la intención de caminar por el centro de Ciutat sin importarme demasiado la ruta. No hace falta ir a un sitio concreto. El azar de ir a la izquierda en vez de hacerlo a la derecha nos somete a directrices no previstas, en principio, pero indiferentes al hecho mismo de caminar, que busca su satisfacción en un dejarse llevar sin consecuencias¿Ciutat en las tardes de otoño se convierte en un espacio neutro? Es decir, ¿se puede pasear por Ciutat sin pensar en nada, gracias a que la temperatura agradable, los escaparates iluminados, la distensión de lo que se ve, en suma, permiten que caminemos sin rumbo fijo, y sin importarnos que la vida madura pueda ser indiferente a lo más inmediato?  Es muy conveniente de vez en cuando no pensar en nada, hacer que lo que vemos no nos asalte cargado de mensajes sobre la vida de la comunidad. Lo neutro podría ser también ausencia de trascendencia: caminar y nada más. Sin embargo, la verdad sea dicha, no he podido escabullirme del olor a orines casi fosilizados en la calle Socors, o del desconsuelo de comprobar que se siguen construyendo pésimos edificios. ¿Entonces no es posible, definitivamente, lo neutro? Pues no, parece ser que no es posible. Cualquier mirada ha de tomar partido, irremediablemente