lunes, 9 de noviembre de 2015

Probando una y otra vez

Los mejores momentos para trabajar en actividades más o menos creativas -pueden ser casi todas: las que necesitan ejercitar el pensamiento, o las manos, o ambas cosas a la vez: el pensamiento y el trabajo manual, no están tan lejos como algunos suponen- no se producen gracias al azar, o a la inocencia de una inspiración que llega de fuera por arte de magia. Es decir: no puede uno estar esperando a que las soluciones a nuestros deseos caigan del cielo. Tan sólo cuando estamos en ello, probando una y otra vez, a veces sin sacar nada en claro, es cuando quizás acertemos. Incluso en las acciones más repetitivas se nota la disposición a hacerlo bien. Hay una realimentación, un ir y venir desde el resultado hacia la disposición.  Me gusta esta constatación de Gustav Mahler: "Sólo compongo cuando tengo experiencias intensas. Y sólo cuando compongo tengo experiencias intensas"

(Diario de Algún Otro)