viernes, 7 de agosto de 2015

Sobre la política hueca

En un artículo, David Abril, el portavoz de Més per Mallorca, anuncia que no va a asistir a la recepción a la que ha sido invitado por el Rey. Es un hecho puntual, casi irrisorio, que sin embargo deja indicios de la manera de entender la política de los partidos que van a gobernar la Autonomía de las Islas Baleares en esta legislatura. Cómo puede haber un debate riguroso en el Parlamento con tanto maniqueísmo: derogar la ley de símbolos, oponerse a las corridas de toros, declarar Marivent parque público. Mucho ruido y pocas nueces. ¿Lo que está por venir va a ser diferente? La falta de pensamiento tiene mucho que ver con ese afán por buscar notoriedad en lo accesorio, olvidando lo esencial: que la democracia consiste en intentar solucionar paso a paso los problemas reales que surgen, no los ilusorios, con inteligencia, sin alharacas, y que es un esfuerzo continuo. Quejarse de haber jurado la Constitución sólo por imperativo legal, como hace David Abril, es olvidar que los derechos de todos los ciudadanos están amparados por ella. Que él no hubiera nacido cuando se aprobó no la invalida. Hay que recordar lo obvio: que al amparo de la Constitución hemos disfrutado de una convivencia bastante razonable durante casi 40 años. Y en cuanto al curioso asunto de abrir a los palmesanos los jardines de Marivent, me siento más cerca del Rey cuando dice que hay que estudiar el asunto, que de David Abril, cuando se lo reprocha. El Rey demuestra sentido común, porque deja entrever lo que casi todos sabemos: que abrir los jardines será un gasto inútil e innecesario. ¿Y para qué? ¿Quién va a ir a pasear a Marivent? Mejor sería promover alguna zona verde en el centro de la ciudad, que buena falta hace. En cuanto a las banderas y a las corridas de toros, ¿no hubiera sido mejor dedicar el tiempo a otras cuestiones? Y, por supuesto, rechazar la invitación del Rey no es ninguna proeza. Hubiera sido mejor, a mi entender, haber asistido. El deber de un parlamentario es aprovechar las coyunturas que se le presenten para hablar con todos. Y, por supuesto, con el Rey.