viernes, 14 de agosto de 2015

Más verano

Acelerando para no convertirnos en estatuas de sal, dice alguien. Pero no escucho lo que dice después, y me bajo del autobús. El calor del verano pone en peligro las conciencias poco escrupulosas. Pero ahí viene la duda: ¿tiene sentido que algo ponga en peligro la conciencia? ¿La conciencia es un agente libre que nos ha de llamar al orden, o es simplemente una parte de nosotros sometida a los mismos inconvenientes que todo lo demás: tiempo, contradicciones? Camino por la calle, y del asfalto asciende un vapor de verano que intento sortear como puedo. La ciudad sobrevive a duras penas, el horizonte es una calima de un denso color blanco que no deja ver las montañas, y tan sólo al atardecer se convierte en un azul metálico con regusto de olvido. Y ahora se acercan dos personas conversando con la misma determinación que si empezaran a comprenderlo todo: lo que permanece, dice el más joven, es lo que importa verdaderamente.

Diario de Algún Otro