miércoles, 3 de septiembre de 2014

Un silencio especial

Nos fuimos S y yo con el hámster cuidadosamente envuelto en un trapito blanco. El viaje hasta Sa Garriga fue ya parte importante de la ceremonia. Ella no decía nada, con el hámster entre las manos, pudorosamente quieta en el asiento, la radio apagada. El silencio era la única manera de dar sentido a la pequeña historia que compartíamos. Aquel hámster era el que había vivido más. Los dos habían estado no sólo en la jaula, realizando acrobacias en la pequeña noria, sino en el comedor, casi libres, hasta el punto de que muchas veces había que buscarles en la panza del sofá. Después de aparcar el coche yo cavé un hoyo no muy profundo debajo de uno de los pinos, S colocó cuidadosamente el hámster en el hoyo, y ella misma lo tapó con la tierra húmeda. Regresamos con un énfasis especial en mantener el silencio.

Motivo: lectura del poema 'Tu perro se muere' de Raymond Carver