jueves, 9 de octubre de 2014

El violinista Joji Hattori

Ayer, en el concierto de la Sinfónica, el concierto para violín número 1 de Bach me sugirió que la belleza de la música depende de la manera en que los intérpretes son capaces de desprenderse de lo accesorio para centrarse en lo esencial. El solista, Joji Hattori, que además era el director, parecía dejarse llevar con suavidad por la partitura, como si la sensibilidad estuviera en la manos, o como si éstas fueran mensajeras de la emoción. Sólo la música en directo permite descubrir los detalles con que se construye una interpretación. Esa mirada persuasiva, esa manera de colocarse el violín pegado al hombro, ese movimiento de la cabeza que se dispone a concentrarse, esa mirada de compenetración con el violonchelista que justo detrás aprueba con complicidad y satisfacción. Cuántas veces habré oído este concierto, y sin embargo cuánto descubrí ayer, casi sin proponérmelo.

Motivo: Concierto n 1 para violín, de Bach. Orquesta Sinfónica de la Islas Baleares. Solista y director: Joji Hattori.