lunes, 13 de octubre de 2014

Un niño monta en bicicleta entre ruinas

Un niño monta en bicicleta entre las ruinas de Gaza. Miro detenidamente la fotografía de Mohammed Salem, que es un lamento por los bombardeos que destruyen ciudades y dejan edificios en ruinas y barrios recordados por entre los cuales un niño va en bicicleta, como si intentara descubrir algo, o como si avanzara entre lo que ha quedado de su ciudad para asimilar brutalmente que las palabras se pierden en la nada, que todo lo que se le ofrece es una vida sin futuro, porque otros, los mayores, viven agazapados con sus odios y sus ruinas interiores. El niño conduce la bicicleta entre ruinas, y las ruinas lo rodean, edificios caídos y cables que no están conectados a nada: la nada y la nada, pero no la nada de la que va a surgir algo, por lo menos no ahora mismo. El niño que va en bicicleta por una calle inexistente parece que va a la búsqueda de algo, como si la bicicleta hubiera sobrevivido de milagro y fuese ahora un objeto valiosísimo. Hay otro niño detrás de él, mirándolo como los lectores del periódico miramos la fotografía, pero desde dentro, en donde están los que padecen y miran y saben que el dolor permanece cuando el futuro se estanca en la mesas de los desacuerdos de los gobiernos y de las organizaciones. Cómo deseo que crezca este niño de la bicicleta, y el niño que está detrás de él, el de la camiseta roja, y que al crecer puedan hacerlo sin empuñar armas, porque ya no sea necesario. Y con la única bandera del ser humano libre, y sonriente, y que la bicicleta sea una bicicleta entre prados iluminados por una luz hermosa.

Motivo: Fotografía 'Un niño monta en bicicleta en las ruinas de Gaza, en septiembre', de Mohammed Salem (Reuters)