Desde la autovía se ven los almendros como si fueran supervivientes. La
suave blancura de sus flores se aviene con la música que oigo en la
radio del coche. Sin saber por qué, recuerdo un viaje por Francia, hace
años, en la circunvalación de Burdeos: nos adelantó un coche en el que
una mujer joven vestida de novia estaba sentada en el asiento de atrás.
La vi de perfil, mirando hacia adelante, con expresión ausente, como si
en vez de ir a casarse se dirigiera al cadalso. Quizás fuese sólo un
instante de indecisión, o de duda, y yo fui testigo casual. Raymond
Carver a veces, en sus poemas, se sirve de asociaciones mentales de
índole azarosa, como en el poema Woolworth's 1954.
Todos nosotros
Woolworth's 1954
Raymond Carver