viernes, 5 de febrero de 2016

Por el sendero

El sendero que cruza el valle encara el Puigblanc, que apenas sube cien metros, y después de un rodeo avanza por detrás de la loma, como si la abrazara. En un día de cielo azul como hoy la experiencia de pasear se convierte en un placer para los sentidos. Hay pájaros, almendros en flor, mariposas, olivos jóvenes que crecen, paredes secas que soportan a sus espaldas el peso de las laderas. Durante décadas este valle  fue transparente a mi interés. Lo veía sin mirarlo. Los paisajes famosos, que están siempre en la mente del observador, no tienen nada que ver con los enclaves humildes. Ses Clotes es uno de ellos, uno de los secretos que hay que descubrir indagando en el interior, como si las vísceras fuesen interlocutores de la tierra. Cada uno ha de descubrir su propio paisaje, poco a poco, llenándolo de tiempo.