sábado, 24 de octubre de 2015

La primavera de la muerte de Carlos Bousoño

Leer la prensa de madrugada, por internet, como si abriéramos una ventana al exterior, pero no a la calle, sino a un espacio imaginario por donde hay grietas a través de las cuales nos llegan imágenes, textos entrelazados con opiniones contradictorias, nubes blancas que ocultan y muestran a la vez el mundo.
Me entero de la muerte de Carlos Bousoño, su fotografía de golpe llegándome a la vez que el recuerdo de lo primero que leí de él: la introducción al libro Ensayo de una despedida, de Francisco Brines. Un estudio que analiza la poesía con un enfoque científico, una prosa que por sí misma revela el sentido de lo que leemos, la construcción de nuestra conciencia personal, esa agitación interior que nos sitúa enfrente de la idea de orden y de desorden, lo que nos conmueve y nos abraza para dejarnos a la intemperie un instante después.
Luego leí su poesía, y ahora quiero leerlo de nuevo para reconocer las imágenes de tránsito entre su primavera de la muerte y la mía. Y un recuerdo que ha salido a la superficie ahora mismo: lo vi en Formentor, en la playa, hace algunos años, a finales de septiembre, caminando con dificultad entre los pinos.