lunes, 29 de diciembre de 2014

La papelería Minerva

Esta mañana mis hijas no han encontrado lo que buscaban: un papel que tenían en la mente, con unas características concretas: el tacto, el peso, el color. No, en los grandes almacenes no lo tenían, aunque quizás no existiera. ¿Cómo que no? Ha de existir, y es bien seguro que nos aguarda en la papelería Minerva.
Así que por la tarde hemos ido a la papelería, en donde nos ha atendido Natividad con su eficacia de siempre: el papel buscado estaba allí, por supuesto, en uno de sus ordenados y limpios estantes. Por algo Minerva es la diosa de la sabiduría y patrona de los artesanos, porque hay mucha sabiduría en el comerciante que sabe lo que ofrece, y que al ofrecerlo atiende a una necesidad que a veces es difícil de satisfacer en los establecimientos grandes, que parece que lo han de tener todo y que, sin embargo, están llenos de carencias. Cuando salíamos nos ha dicho que a partir de día 1 de 2015 se jubila, que ya le ha llegado la hora de descansar, después de tantos años. A mí me ha sobrevenido un golpe de malancolía al escucharla, porque a partir de ahora ya no sé dónde le voy a decir a mis hijas que vayan a comprar este tipo de papel que está en su mente, y que se hace realidad en la papelería Minerva. Después, al anochecer, al cruzar la calle unas manzanas más arriba, he girado la cabeza hacia la esquina en la que se ve el rótulo iluminado de la papelería Minerva. Y he seguido caminando, como si hubiera dejado algo atrás que ya no se puede recuperar. Cuánta vida hay en las ciudades que se desvanece de pronto como si un suspiro se la llevara.

Motivo: jubilación de Natividad, la propietaria de la papelería Minerva, Palma de Mallorca