domingo, 28 de diciembre de 2014

Aians (1)

Miro el fuego en el hogar de la casa, el humo que asciende por la chimenea, los cimientos de la experiencia que se ha de sostener a sí misma con el tiempo. Un libro en las manos que quiere precisamente elaborar ese gesto solemne de entender cómo el tiempo se ha de agitar dentro de cada uno para ser celebrado, o vapuleado. Leo Aians, que es el nombre de un pueblo imaginado, aunque los rincones se agigantan en la literatura, porque los detalles de la atmósfera se dilatan y parecen abrirse a otros pueblos quizás reales del todo (aunque qué diferencia puede haber entre lo real y lo imaginario, sobre todo si tenemos en cuenta que no hay un umbral preciso entre lo uno y lo otro) porque Jaume ha debido de  recoger su esencia en las mismas fuentes de la memoria, que no distingue entre recuerdos e imaginación. Quizás ya he encontrado mi personaje, Pau Nard, cuyos gestos no se desvanecen cuando leo sino que se reconocen como propios, como si los espiara dentro de mí, inquisitivamente.

Motivo: Lectura de Aians, de Jaume Ferrer Sancho