sábado, 4 de abril de 2015
La autovía al aeropuerto
Desde la autovía, de camino al aeropuerto, hablamos del significado del
Domingo de Pascua, de la luna llena que nos alumbra con su luz
becqueriana, de lo agradable de circular en coche sin apenas
circulación. Cómo va a haber circulación si son las cinco de la
madrugada. De repente, al dejar Cala Estancia a la derecha, aparece justo enfrente la iluminación del aeropuerto. Al acercarnos se nota un leve aumento del
número de coches, y apenas hay sitio para aparcar delante de la terminal
de salidas. Mi hija coge la maleta, y después de abrazarnos la veo
cruzar el paso de peatones y damos cumplimiento al rito de despedirnos
varias veces moviendo el brazo, ella caminando sin detenerse, mirando
hacia atrás, en donde estoy yo, de pie, al lado del coche. En el trayecto de regreso, sin sobrepasar los ochenta por hora, enciendo la
radio y la apago enseguida, porque prefiero sumergirme en la placidez del silencio de la madrugada, como si el ruido del motor del coche no pudiera alterarlo. Ir al aeropuerto y volver del aeropuerto, en días señalados y en días que se agitan en la memoria como hitos cuya trascendencia forma parte de la historia personal. La luna ilumina con su manto de luz fría, intensa, casi en el límite de los sueños.