jueves, 4 de junio de 2015

Una feria del libro entre las flores

Este año hay menos librerías en la Feria del Libro de Palma. En La Rambla ocupan el espacio entre las floristerías. Así no se nota tanto que hay pocas paradas, en comparación con las que había hace unos años. El pasado fin de semana, en la explanada de Sant Marçal, había una aglomeración de gente que asistía a la Feria de Accesorios de Motos y Coches antiguos. La sensación del visitante era de golosa celebración de algo que por desgracia en las casetas de libros de La Rambla apenas se nota: ese alborozo por descubrir algo, esa manera de mirar las cosas que nos sobresalta y nos hace pasar de una a otra con avidez.  ¿Cómo se atrae la atención de las personas? Sin duda hay ciudades en las que se lee más que en otras. Ayer,en la feria, en el espacio reservado para presentaciones de libros, el novelista Guillem Frontera hablaba a unos pocos asistentes de su último libro: Sicília sense morts.Uno de los detalles que más saltan a la vista cuando uno llega a Madrid es la considerable proporción de viajeros del metro que leen, o bien periódicos, o bien revistas, o bien apuntes de clase. Aquí es muy difícil. Hay quien asegura que una isla como Mallorca no se presta a ejercitar el pensamiento, ya que la bonanza del clima no empuja a escarbar en la realidad para atisbar su cadencia, o su mensaje subliminal, y ni siquiera el reflejo de una mirada atenta. Los norteamericanos, que suelen estudiar casi todas las circunstancias de la vida, es bien seguro que podrían analizar este hecho al que yo llego sólo con mi intuición y mis observaciones.Tengo la sensación de que las floristerías agradecerán esta feria del libro.