miércoles, 2 de septiembre de 2015
Santiago Carrillo, por Paul Preston
¿Por
qué los hispanistas ingleses consiguen explicar nuestra historia con
tanta claridad? En las biografías, iluminan la vida del biografiado y a la vez
la de su entorno, y nos permiten entender los hechos más oscuros de
nuestro pasado. La biografía de Juan Negrín, de Gabriel Jackson, que leí
hace algún tiempo, y la de Santiago Carrillo, de Paul Preston, que
estoy leyendo ahora, me han aportado un conocimiento mucho más completo que otros libros sobre la España más reciente. Para siempre me habrá quedado
esta simpatía que siento por Juan Negrín, la peripecia de un hombre noble que quería a toda costa modernizar la vida de nuestro país desde el trabajo y la inteligencia. La desmitificación de Santiago Carrillo, su
implacable destreza para dirigir el Partido Comunista,
nos remiten a un político que atravesó el siglo XX con una fuerza
inaudita. Carrillo tenía muchas cualidades, pero la lealtad y la
honestidad no figuraban entre ellas, escribe Paul Preston. Todo lo que
cuenta en el libro es el resultado de una paciente investigación, que le
sirve al autor para ir desmenuzando una a una las actividades que
realiza el joven político, las raíces que harán de él con posterioridad
el implacable estalinista que gobernó el partido con mano de hierro, sin
compasión alguna con los disidentes. "Si este Gobierno, entregado a las
derechas, no rectifica, serán estas Juventudes las que asalten el
poder, implantando su dictadura de clases", dijo en un célebre discurso
ante 80.000 asistentes, en Madrid, ¡a los 19 años! Avanzo en la lectura
del libro como si fuera un delicioso festín de la inteligencia que el
hispanista deposita en nuestras manos para que comprendamos con más
lucidez la historia del siglo XX. ¿Por qué los
hispanistas nos muestran tan a las claras nuestra historia reciente?
Quizás porque el historiador inglés no se inventa nada, ni se imagina
nada. Quizás tan sólo bucea en sus investigaciones, y extrae consecuencias de su lógica interna. Los
hechos hablan por sí mismos, aunque hace falta lucidez para
establecer con precisión las relaciones causales que se ocultan en la
frialdad de los documentos.