miércoles, 2 de septiembre de 2015

Lo más humilde nos llama

La higuera está repleta de higos, los almendros sobreviven después de dos meses de calor: el campo es un lienzo de verdades que nos remiten a la humanidad del Mundo. La realidad es lo que contemplamos al caminar por el campo: los árboles, las piedras, alguien que se cruza con nosotros. La lectura del periódico nos muestra todo lo que hemos ideado para huir de lo inmediato: las transacciones económicas, las ideologías. Los descubrimientos científicos nos dan una interpretación del funcionamiento de la vida, y a partir de ahí vamos tejiendo una interminable retahíla de avances tecnológicos. Avanzamos y retrocedemos. Al avanzar necesitamos protegernos de los peligros de lo que vamos creando. No, no hay que tener miedo a lo desconocido. Pero es necesario ser conscientes de las dos caras de lo humano: el poder sobre la Tierra no ha de ir asociado a la soberbia. Por eso es tan necesario dejarnos llevar algún día de la semana por el hallazgo de lo que está a nuestro alcance sin necesidad de comprarlo. Saber no ha de ser equivalente a poseer, sino a gozar de lo existente para ir un poco más allá de uno mismo.