domingo, 8 de enero de 2017

Escucho música

Para que la tarde sea un tiempo que me abraza y me gusta. Lo bueno me ha de dar una manera de saber algo más acerca de lo que me rodea. Soy transparente y lleno de interés por lo que me gusta, cuando lo que me gusta es lo que acabo de descubrir. He mirado por la ventana de atrás atraído por la luz bellísima que entra desde las montañas. Sí, desde las montañas que parecen tener todo lo que he buscado desde que era más joven. Y qué más da la manera de saber lo que había antes de haber salido de la clínica. Lo que me importa ahora mismo es la posibilidad de disfrutar del presente, de lo que me hace saber sin la necesidad de hurgar en las dudas de madurez. Estoy más abierto a la dureza que puedo presagiar y tener entre mis manos. Qué hubo antes de ahora, qué sabía con un poco de certeza. Ya no lo sé, y quizás no lo puedo saber. Me imagino que las cosas más abiertas a mi corazón van a ser una especie de descubrimiento, lo que se va a afianzar entre mis aspiraciones nuevas. Y en cualquier momento me tendré que acercar a lo más dulce, sin queja, como esta música que acabo de escuchar y de abrazar. Sé que lo mejor de la vida es la posibilidad de emocionarme sin límite alguno. Sin límite y sin que haya de respirar con más hondura para salvarme. Lo que me vale ha de ser lo que me abraza. Esta música. Este calor que me anima a seguir sin que el pasado me venza. Lo tengo casi a un lado. Para seguir...