Un árbol, mecido por la brisa, nos alivia. Sus ramas se balancean para ayudarnos, sin saberlo. La morera, el almez, el plátano: un seguro de vida que nos alienta, gratuitamente. La luz poderosa del verano es detenida en su viaje por las ramas de los árboles, y la claridad sale rejuvenecida de este filtro que nos protege. Es una luz refrescante a través de la cual los objetos se transparentan: la claridad verdadera.
Diario de Algún Otro