jueves, 28 de abril de 2016

Uno no puede dejar de pensar

Uno no puede dejar de pensar en lo que ocurre en el mundo, pero quizás no sirva de nada. Y sin embargo es imprescindible, para no caer en la trampa de uno mismo, de ese buceo en el interior de eso que se puede llamar alma, o vísceras, y que no es más que perder el tiempo, porque el yo apenas se puede vislumbrar, por mucho que lo intentemos.
El periódico habla del mundo. De lo exterior a nosotros. Nos afecta más o menos. Un bombardeo ha segado la vida de muchas personas. Un coche ha arrollado a dos ciclistas. Ha llovido algo, pero no lo suficiente. Un físico ha estudiado las consecuencias de una nueva teoría. El tiempo se agita y no sabemos lo que es si alguien nos lo pregunta.
Uno no puede dejar las cosas a un lado, como si no existieran. Incluso el presente, esa sensación de que vivo y de que estoy aquí, no es seguro que se pueda agarrar: fluye como el agua entre las manos. Lo inmortal es el tiempo, porque nos atraviesa a todos. Quizás no debería de pensar en lo que ocurre dentro. Lo único que vale es lo que ocurre fuera.