lunes, 16 de febrero de 2015

Libros que siempre esperan

Hay libros que nos acompañan siempre, y que por fortuna no hemos perdido con los cambios de casa o de ciudad. Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, Poesías completas, de Antonio Machado, son en mi caso dos de ellos, y ahí están, supervivientes, leídos fragmentariamente a lo largo de muchos años. Reposan en la pequeña librería del pasillo, ofreciéndose siempre a mis relecturas, como si los autores fuesen viejos amigos a los que uno puede acudir en cualquier momento para una charla sobre un asunto que me reclama. Leer es releer; quizás tan sólo releer; quizás abrir de nuevo el libro y sentir que sus hojas desprenden el reclamo de un nuevo significado, una matización acerca de algo que se va a descubrir aún: el sabor de un tiempo que tan sólo se puede disfrutar en las sucesivas lecturas de los viejos libros que siempre nos esperan.