lunes, 16 de febrero de 2015

Hacer algo

Cómo mantener el interés por todo lo que hay a nuestro alrededor, cómo no dejarse llevar por la abulia, oigo que alguien le dice a otro en el autobús. Es un hombre joven, de no más de treinta años, que habla con otro de su edad, de pie los dos, las manos en los asideros. Cuando se escuchan las noticias, todo lo que se oye incita al desencanto, y sin embargo hay una posibilidad de sobreponerse, impulsaba por la necesidad de introspección, no para aislarse sino para arrancar desde el mismo germen de la acción, que está en cada uno, siempre a la espera. El mundo que se agita y que se desvanece no es el único dato: más allá estamos nosotros, más allá o en su mismo centro, pienso yo, cuando observo que los dos jóvenes que están a mi lado tienen una mirada firme, como si quisieran avanzar en la dirección precisa para hacer algo. En toda persuasión hay una energía interior que ha de remover las cenizas del desencanto. El pesimismo activo lleva el germen de un gesto único para hacer algo.