jueves, 12 de febrero de 2015

'Camino a la escuela'

Al salir del cine Rívoli empiezo a caminar por la ciudad, de regreso a casa, y al caminar voy recordando imágenes de lo que acabo de ver, porque sólo mientras camino soy capaz de pensar con ligereza, como si los pasos sirvieran para robustecer el entendimiento. Las cuatro historias de los niños que han de caminar varias horas para llegar a la escuela son conmovedoras, pero a la vez son profundamente racionales, y como espectadores debemos de atender al punto de vista racional de los niños, por mucho que como 'occidentales' tendamos a emocionarnos puntualmente y a olvidarnos luego. Ellos, los niños dl documental, tienen la oportunidad de ir a la escuela y no quieren desaprovecharla. Anteponen la ilusión de saber al esfuerzo físico que tienen que realizar para llegar a la modesta escuela a la que asisten. Varias horas de intenso esfuerzo físico no suponen para ellos un inconveniente absoluto, sino un obstáculo que hay que superar. Una de las niñas que han de atravesar una extensa zona del Atlas durante cuatro horas se lastima el pie, y sus dos amigas le ayudan y le empujan a continuar, 'porque el esfuerzo que hacemos merece la pena'. Uno de los profesores, para explicar la diferencia entre un rectángulo y un cuadrado, les muestra las figuras geométricas realizadas por él mismo, en papel o cartón, y al hablar delante de sus alumnos comprendemos de súbito en qué consiste comunicar un conocimiento determinado: el afán de enseñar de un profesor y las ganas de saber de un alumno.

Motivo: Camino a la escuela, documental de Pascal Plisson