jueves, 27 de noviembre de 2014

Juan Ramón Jiménez

Tengo una deuda pendiente con Juan Ramón Jiménez. Antaño, su poesía me parecía alejada de la realidad que yo buscaba en un texto: la identificación con un pensamiento, o con una idea, o con una vibración interior, algo reconocible. En suma, algo carnal, sin la elevación casi espiritual a que me conducían los poemas de JRJ. Y sin embargo, con el tiempo, noto que recibo el don de un deleite que antes me era vedado -por mi incapacidad, sin duda, y por mis limitaciones-. La experiencia, por fortuna, permite atisbar los seres que la niebla oculta. Mi reencuentro con Platero y yo, que era lectura obligada en mi infancia, me sirve para mirar con la imaginación, más que con los ojos. Y en Diario de un poeta recién casado, que hasta hoy había descansado en la biblioteca, los textos que dedica a New York están muy alejados de los poemas de Lorca en Poeta en Nueva York, y sin embargo son absorbentes, y certeros, y, bien leídos, nos abren puertas, y ventanas, y me dan el conocimiento que entonces no captaba. Leo La casa colonial: "Se ha quedado sola en Riverside Drive, pequeña y sola, como un viejecito limpio entre las enormes casas pretenciosas y feas en que la han encerrado. Parece una camisilla que se le ha quedado chica a la ciudad. Nadie la quiere. En su puerta dice: To let. Y el viento alegre viene a jugar de vez en cuando con el cartel para que no se aburra..." Lo que antaño me parecía cursi ahora me ayuda a sentir mejor lo que hay en mi mundo.

Motivo: Fragmento del poema 'La casa colonial' de JRJ