lunes, 21 de noviembre de 2016

Sobrevivir a la periferia

¿Cómo pueden las ciudades sobrevivir a la periferia? Ayer por la mañana la autovía de salida de Ciutat estaba colapsada. Los centros comerciales de la periferia actúan como imanes. Se está abandonando la agradable conversación con los amigos, salir a tomar algo con alguien a algún bar acogedor...Recuerdo que hace veinticinco años no había nadie por la calle los domingos. Después mejoró algo la ciudad, y hubo un tímido avance en la comunicación que se estila en muchas de las ciudades de la península. Pero ahora parece que volvemos a lo de antes. ¡Pero si los domingos la ciudad no existe! me dice un amigo. Y me puntualiza que le gusta ir a los lugares en donde el afecto lo mantiene alejado de la eficacia. Los sábados sí, los sábados por la mañana hay una fugaz conjunción de espíritu ciudadano y de apertura de puertas: los mercados, los bares, la sensación de que es posible encontrarnos con alguien o con nosotros mismos. Una ciudad es, entre otras cosas, el lugar de los encuentros. Sales de tu casa y sabes que encontrarás a alguien y éste es el aliento del paseo. Aquí siempre ha sido muy difícil, pero fui optimista hace unos años. Ahora ya lo soy un poco menos. Los sábados, por la mañana, quizás...Pero el domingo se vuelve a las andadas, a la uniformidad del desaliento. La mayoría de las parejas de mediana edad que pasean son turistas...Por qué no pueden hacer lo mismo los que viven aquí. Hay que reivindicar la vida en Ciutat, y ser conscientes de que ser beligerantes con la experiencia no nos ha de convertir en fugitivos.